Este
artículo trata de los tres poemarios de Salinas: La voz a ti debida, Razón de
amor y Largo lamento, teniendo en cuenta el prólogo de Jorge Guillén, amigo de
Salinas.
En
el artículo se van analizando poemas, versos o conceptos en concreto, dando la
opinión de Guillén. Este está en contra de la tesis de Leo Spitzer, de la que
dice que disgustó a Salinas, rechazando su teoría de que sus poemas sean solo
“la especulación metafísica de poeta mismo”, siendo “la amada negada”, un
fenómeno de la consciencia del autor.
Según Elsa, esa afirmación de Guillen es
solo cierta en parte, y le da la razón a Carlos Feal Deibe, para quien la
realidad verdadera de la amada está dentro de ella, no de él, ya que la esencia
y la existencia no se pueden separar. Guillén también estaba de acuerdo
con Pierre Darmangeant, que, por
ejemplo, creía que con el verso “las oyes como piden realidades” se pretendía
superar la zona física en la propia zona física.
Otra
de las razones por las que Guillén está en contra de Spitzer es porqué de
entrada el método que él usaba no le parecía correcto, ya que no se leyó ningún
estudio crítico sobre la obra del poeta, dándole una imagen fija a partir de su
obra.
Pero
a pesar de ser considerado contradictorio por Spitzer, y con ambigüedades por
Guillén, la obra de Salinas hoy en día es estudiada con menos controversia, a
pesar de que aun se discuten las ideas de la carnalidad y la no carnalidad de
el amor de sus poemas. La pasión de Salinas es considerada humana, es decir, no
mística, pero con cierta envoltura mística, una relación entre lo material y lo
trascendente.
Desde
el principio, en 1912, Salinas confiesa su inquietud, duda y miedo hacia el
destino y la muerte, e incluso luego, en los años 30, teme perder el amor puro
que tanto anhela, ese amor que trasciende hacia lo infinito pero a la vez es
imposible de explicar.
Para
Salinas, como se ve reflejado en la Voz a ti Debida y Razón de Amor, escribir
diariamente se convierte en una necesidad ineludible, teniendo cierto carácter
de diario o carta, que van dirigidos hacia ese “tu” ausente que es la amada.
Según
Spitzer, los pronombres tu y yo son entes metafísicos, que dan a los amantes
una profundidad de esencia que les acompaña siempre.
En
conclusión, la autora de este artículo considera que los pronombres yo y tu son
formas ingeniosas de hacer reales en la lengua imposibilidades del mundo
físico, además de darle valores irreductibles y absolutos al sujeto,
concluyendo con que dicha experiencia espiritual no se llevaría a cabo sin la
“complicidad de lo corpóreo”, es decir, del mundo físico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario